miércoles, 11 de abril de 2012

Acuífero 23: datos, curiosidades, abusos

Para comenzar diremos que un acuífero es un estrato o formación geológica permeable que permite, por infiltración, la circulación y almacenamiento de agua.
El Acuífero Sistema 23, más conocido simplemente como Acuífero 23, ocupa 5.500 kms2 bajo nuestros pies. El 80% de su extensión se halla en Ciudad Real, aunque abarca también parte de las provincias de Cuenca y Albacete. Sus límites vendrían marcados al norte por Alcázar de San Juan y Las Pedroñeras, Valdepeñas al sur, al oeste Ciudad Real y Villarrobledo al oeste.
El Acuífero 23 es del tipo denominado libre, al encontrarse en contacto directo con la zona subsaturada del suelo. En su interior el agua corre a través de los poros y grietas de las rocas y discurre, principalmente, en dirección este-oeste.
Su recarga se realiza, principalmente, con las filtraciones del agua de lluvia y a través de trasvases de otros acuíferos, muy especialmente el 24, al desaparecer el río Guadiana (Guadiana Alto) en el subsuelo, cerca de la antigua estación de tren de Marañón. Y se regula a través de aliviaderos, como en el caso de los famosos Ojos del Guadiana, en Villarrubia de los Ojos, donde nacía el río Guadiana.

En su interior cabrían unos 10.000 hectómetros cúbicos, de los que al menos una tercera parte habrían sido ya extraídos, mientras que sus recursos renovables serían de 290 hectómetros cúbicos.
Este acuífero depende de una pluviometría escasa –con una media de 417 mm, e incluso menos en el caso de Manzanares– e irregular, no sólo en grandes períodos (como los recientes períodos “lluviosos” de los dos últimos inviernos tras varios años secos no tan lejanos) sino en el mismo año hidrológico, con meses muy secos frente otros muy lluviosos.
Si bien su recarga puede ser nula cuando no se superan los 300 mm de lluvia, también se complica debido a la irregularidad en las precipitaciones antes mencionada –no se aprovecha de igual manera una lluvia en invierno que un chaparrón en primavera. Para dificultar más su recarga natural, las temperaturas estivales extremas de la Mancha Occidental provocan una elevada evapotranspiración que merma sus reservas.
Entre las muchas agresiones sufridas por el Acuífero 23 las más tempranas se habrían iniciado con la Ley de 24 de Junio de 1918 Sobre desecación y saneamiento de lagunas, marismas y terrenos pantanosos y posteriormente la Ley de 17 de Julio de 1956 Sobre saneamiento y colonización de las márgenes de los ríos Guadiana, Záncara y Cigüela y afluentes de estos dos últimos en las provincias de Ciudad Real, Toledo y Cuenca, encaminadas a aumentar las zonas cultivables en detrimento de las húmedas y a perseguir la erradicación del paludismo. En concreto la Ley de 1956 pretendía la desecación de 30.000 hras.
Otra causa fundamental en el descenso del nivel freático del acuífero fue la construcción del embalse de Peñarroya, que retiene al Guadiana Alto que siguiendo su curso vertía sus aguas al Acuífero 23 unos kilómetros más adelante.
No obstante, la razón principal de que el Acuífero 23 haya perdido gran parte de sus aguas subterráneas (que de los Ojos del Guadiana ya no mane agua y de que incluso el paisaje de toda una comarca haya variado) está en su sobreexplotación debida a un aumento de la superficie de regadío y a la siembra de cultivos que requieren gran consumo de agua –maíz, melón…- con una subida exponencial de las extracciones en los últimos 30 años, todo esto sumado a una reducción evidente de las lluvias en la zona.
El acuífero fue declarado sobreexplotado en 1987, cuando ya estaba ocurriendo así desde 1982. Esto llevó a una serie de restricciones, teóricamente aplicadas y que no han resultado evidentes hasta hace pocos años.
 Al margen de todos estos datos básicos sobre el Acuífero 23,  imprescindibles para conocer su valor, hay que recalcar la importancia fundamental que tiene este embalse subterráneo para la comarca de La Mancha Occidental en la que vivimos. No es casual que en la superficie bajo la que existe vivan más de 200.000 personas, superando sobradamente la densidad de población media de la región castellano-manchega.
Sin este acuífero nuestra tierra sería pobre, un erial sin futuro y completamente a merced de la climatología, sin una reserva eficaz frente a las frecuentes sequías. Poco quedaría de la agricultura que conocemos ni del desarrollo industrial y humano que lleva aparejado. Pero no por ello lo valoramos y conservamos. Como decíamos, el Acuífero 23 ha sido saqueado sin el más elemental sentido de la sostenibilidad, sin pensar en el futuro sobre la base del sencillo axioma que postula que no se puede extraer más de lo que entra sin condenarse al desastre. A diferencia de un río o un lago, un acuífero esconde sus recursos. Cuando nosotros abrimos un grifo desconocemos lo que sacamos y lo que puede quedar, y tendemos a pensar, como se ha hecho ya en numerosas ocasiones, que nos encontramos ante un depósito inagotable del que, llueva o no llueva, se riegue con cautela o desenfrenadamente, siempre saldrá agua de su interior desconocido.

ver también: ¿Es el río Guadiana tal y como nos lo han contado?
                   ¿Cómo puede arder un acuífero?



Fuente principal: Ponencia presentadaen las Jornadas sobre la gestión del agua en el Campo de Montiel y La Mancha Occidental, por GREGORIO LÓPEZ SANZ. UCLM

Otras fuentes:
-Blog de geografía del profesor Juan Martín Martín
-Circunstancias del nacimiento del río Guadiana y el ocaso de sus ojos. Fabián Martínez Redondo
-Las Tablas de Daimiel y los Ojos del Guadiana: geología y evolución piezométrica.
Manuel García Rodríguez y Juan Almagro Costa. Universidad Alfonso X El Sabio
-Un insólito incendio subterráneo azota las Tablas de Daimiel. El País, 12-10- 2009
entre otras...

Autor: Julian Green

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