domingo, 26 de agosto de 2012

La carrera por el Ártico

Petróleo, gas, minerales... y un veloz deshielo provocado por el cambio climático que facilita el acceso a estos recursos naturales convierten el Ártico en un goloso pastel para gobiernos y compañías petrolíferas a la caza de las últimas gotas de crudo. Las consecuencias del calentamiento global y la tensión política se disparan y ponen en peligro el frágil y único ecosistema ártico.
El océano Glacial Ártico rodea el Polo Norte y baña las costas de Canadá, Dinamarca (gobierna Groenlandia), EEUU, Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia y Suecia. Ocho países que están constituidos en el Consejo Ártico.
En su clima extremo emerge una gran variedad de aves marinas y de mamíferos marítimos. Un ecosistema riquísimo y vulnerable que es noticia por ser uno de los más afectados por el cambio climático.
El litoral del Ártico sufre una alarmante erosión; en lo que llevamos de año el grosor del hielo es entre 20 y 30 centímetros inferior a 2009 y 2010. Pero la región, además, se ha convertido en la nueva zona estratégica y de interés económico que algunos definen ya como una versión en miniatura de lo que África fue en el siglo XIX.
El Centro de Investigaciones Geológicas de los EEUU estima que el norte del Círculo Polar Ártico puede albergar el 30% del gas y el 13% del petróleo del planeta aún no descubiertos; así mismo, calcula que el 84% de ese petróleo y ese gas se hallan en el fondo del mar. Se trataría de unos 90.000 millones de barriles de petróleo técnicamente recuperable.
Una cantidad equiparable al consumo planetario de tres años.
Por el momento, la más rápida en posicionarse en esta carrera es la pequeña
compañía petrolera escocesa Cairn Energy, la única empresa de prospecciones petrolíferas con presencia en la región, aunque otras de gran envergadura, como Shell, Chevron y Exxon-Mobil poseen licencias en zonas cercanas. Cairn es la misma petrolera que ha recibido por parte del Gobierno español el permiso para explorar y perforar el fondo marítimo entre la costa de Valencia y de Ibiza en busca de petróleo.
La empresa escocesa cuenta actualmente con once licencias en Groenlandia que cubren unos 81.000 kilómetros cuadrados. Hace apenas unas semanas el Gobierno de Groenlandia aprobó, además, su solicitud para perforar en 2011 cuatro pozos de petróleo en la Bahía de Baffin.
Unos pozos que se encuentran en aguas de hasta 1.500 metros de profundidad, cifra similar a la del siniestrado pozo Macondo de BP en el golfo de México. Greenpeace estudia impugnar ante los tribunales estas licencias.

Una acción de alto riesgo.
Las extremas condiciones climatológicas del Ártico y una ubicación tan remota son problemas que suponen unos retos y riesgos sin precedentes para las petroleras. Han de abordar técnicas complejas, como la extracción en aguas profundas.
Y lo más importante: los riesgos de que tenga lugar un vertido son elevados.
Hace pocas semanas, Greenpeace revelaba unos preocupantes documentos confidenciales en los que el Departamento de Asuntos Exteriores británico manifestaba que sería prácticamente imposible limpiar un vertido de petróleo en el Ártico. “Es difícil conseguir asistencia en caso de problemas de contaminación en esas zonas y casi imposible reparar el perjuicio causado”, señalan dichos documentos, obtenidos gracias a las leyes de libertad de información.
Esta preocupación del Gobierno británico se suma a la de los expertos que afirman que hoy en día no se conoce una solución o método por el que se pueda recuperar petróleo vertido en el Ártico.
El crudo quedaría atrapado bajo placas de hielo de gran espesor. Las consecuencias ambientales podrían así ser inclusive más graves que las derivadas de un accidente en los cálidos mares del golfo de México.
Sirvan de ejemplo los graves impactos del vertido del Exxon Valdez en Alaska: aún se dejan sentir después de 20 años.
Pero además, la propia Cairn Energy ha admitido que ya en operaciones de rutina de perforación podrían verterse al menos 9.000 toneladas de sustancias tóxicas.
Y otro dato elocuente es que la empresa no ha querido hacer público su plan de emergencia ante un posible vertido. Sin embargo, sí sabemos que se dotará de 14 barcos de apoyo en la zona para ello; una cantidad ridícula si se piensa que para reaccionar al vertido del golfo de México hicieron falta más de 6.500 barcos y 50.000 personas.
La lucha de intereses continúa y los líderes políticos parecen estar más preocupados por la extracción de petróleo que por frenar el cambio climático. Mientras, siguen desplomándose grandes icebergs y derritiéndose el litoral de un ecosistema bello y único.

REPSOL, TAMBIÉN EN LA CARRERA
Repsol no es ajena a esta persecución de intereses.
La compañía ya ha llegado a un acuerdo con las compañías estadounidenses 70&148 y GMT Exploration para la exploración conjunta en North Slope, en Alaska. La petrolera española sigue así su búsqueda de nuevos yacimientos ante el crecimiento de la demanda mundial de crudo, y empujada por unos precios internacionales en escalada que justifican invertir en exploraciones que hasta hace poco era tan difíciles y peligrosas que no eran rentables.


Texto: Esther Montero
Revista Green 2-11. Greenpeace España

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