domingo, 11 de enero de 2015

El ipé: la maldición de ser diferente

¿Qué es un ipé? Seguramente al oír esta palabra estemos pensando más en la I.P. que todo aquel que se conecta a Internet tiene que en el colorido árbol que ilustra nuestra portada.
El ipé es un árbol tropical que crece principalmente en la selva amazónica. Puede superar los 40 metros de alto con un diámetro de 1,8 metros, si bien lo habitual es que mida 30 metros y entre 60 y 90 cms. de anchura en su tronco. Es especial, principalmente, por dos motivos:


-su madera que, una vez secada, resiste de forma natural a los insectos, la humedad y los incendios y dura entre dos y tres veces más que otras maderas utilizadas habitualmente como la del pino, el abeto o la secoya

-su bajísima densidad, con un promedio de un ipé por cada diez hectáreas.


Las peculiaridades de su madera lo hacen muy apetecible para pasarelas y puentes y, en general, para ser utilizada en exteriores pero talar un ipé, situado éste en la selva entre otros muchos árboles, implica deforestar todo el terreno necesario para llegar a él, trabajar con comodidad y transportarlo. La belleza de su floración entre agosto y septiembre que salpica la selva de rosa, amarillo o blanco acaba convirtiéndolo en una de las principales causas de la deforestación amazónica, más aún con los altos niveles de tala ilegal y descontrol en la explotación forestal de la selva amazónica (ver Revista Ecoaula número 21). En cualquier caso es legal talar hasta el 90%  de estos árboles con una segunda tala a los 35 años, si bien se estima en 60 años el tiempo necesario para que se recupere.
España es el octavo mayor importador del mundo de esta madera y el cuarto de Europa; podemos pisar esta madera en puentes sobre los ríos Manzanares, Ebro o Nervión, sin ir más lejos. La sobreexplotación de este árbol ha llevado a los importadores de madera a recomendar el consumo de otras maderas parecidas y menos escasas, tanto tropicales como centroeuropeas.
El ipé es buen ejemplo de la maldición que suele acompañar a las cosas bellas y exclusivas y del ciego consumo humano de recursos que no repara en daños ni en gastos en el momento de conseguir su objetivo.


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